Ángel Vázquez, @PasaporteJJOO

Con los 141Kg que ha levantado en su último levantamiento, Lydia Valentín ha levantado a media España de sus asientos, de sus sofás, de sus terrazas de verano. Con ese último esfuerzo, Lydia ha arrastrado consigo la injusticia de tantas medallas falseadas que le privaron, tanto en Pekín como en Londres, de subirse a un pódium que era suyo, que por ley y justicia, que no siempre es lo mismo, será suyo. En esos 141 Kg, Lydia se ha llevado un trozo de historia que le correspondía desde hace mucho tiempo y ha puesto a su Bierzo natal en lo más alto de la halterofilia mundial.

Lydia pasaba con autoridad su primer intento sobre los 112Kg, ahuyentando la sombra siempre temible del triple fallo, pero cedía ante unos 116 Kg en un segundo intento que, seguramente, abortó la opción de la plata. Ya en el tercero, Lydia se resarció y sumó a su cuenta particular los cuatro kilos que de más había levantado.

La berciana llegaba a los dos tiempos en segunda posición, empatada a kilos con la bielorrusa Naumava, tercera por mayor peso corporal. Sin embargo y con la norcoreana ya en unas marcas inalcanzables para ambas, la bielorrusa explotaba más su físico en los dos tiempos para, tras tres intentos certeros, hacer realidad una serie de 136-139-142 a la que la española no pudo llegar. Los 258Kg de la bielorrusa en el total olímpico se hicieron excesivos para una Lydia que, con una serie de  135-138-141 y un total de 257 Kg, a solo 1000 gramos de la bielorrusa, debía conformarse con el bronce carioca.

Lydia es, por fin, bronce olímpico «in situ», donde corresponde,  a la espera de las reasignaciones que tarde o temprano llegarán y que la resarcirán, al menos en un parte, de los perjuicios causados tanto en Pekín como en Londres. Otro sueño cumplido. Hasta siempre, Lydia.