Kazán: Nada por aquí, nada por allá
Pasadas tres semanas desde la celebración del Mundial de Natación disputado en Kazán llega el momento de un análisis de la actuación llevada a cabo por la natación española. El paso del tiempo siempre resulta conveniente si el objetivo es el de evitar que los comentarios viscerales sustituyan a los análisis cerebrales, ya que la mejora de los resultados de cualquier sistema depende primeramente de un acertado análisis de los resultados, a partir de los cuales se podría llegar a buscar las medidas adecuadas que permitan mejorar los resultados producidos por el sistema, y es quem como dijo el matemático William Thompsonm «lo que no se puede medir no se puede mejorar, y lo que no se puede mejorar se acabará pudriendo». Empecemos, pues, a medir para mejorar.
El resultado obtenido por nuestras seis nadadoras (tras la baja de Mireia Belmonte) y cinco nadadores que actuaron en pruebas individuales se mide de una manera tan sencilla como la consecución de una medalla de bronce de manos de una estelar Jessica Vall y un puesto adicional de finalista para Melani Costa. Si buscamos entre los semifinalistas o puestos entre los 16 primeros obtenemos 4 participaciones masculinas y 4 femeninas. Por el contrario, hay que anotar hasta 6 chicos y 7 chicas que quedaron más allá de la posición 16ª. Es decir, de las 23 actuaciones individuales de los nuestros, el 8,63% acabó en puestos de finalista, el 43,47% concluyó sus pruebas entre los 16 primeros y el 56,5% se fueron más allá del puesto 16º.
A las actuaciones individuales hay que añadir nuestros dos relevos participantes: uno, el masculino del 4×200 libre, donde se añadieron Víctor Martín y Albert Puig, que finalizó en un brillante noveno puesto que catapulta a los nuestros hasta los Juegos de Río además de conseguir un Nuevo Récord Nacional; el otro, el de nuestras chicas del relevo de estilos que solo consiguieron finalizar en la decimosexta posición sin mejorar sus tiempos previos.
Si la medida de los resultados gira hacia las marcas obtenidas por los nuestros, los resultados tornan en realmente pobres. Así, entre los chicos solamente Marc Sánchez en los 800 libres consiguió mejorar su marca personal. Del resto, solo Rafa Muñoz pudo al menos mejorar su registro de la temporada. Las otras ocho actuaciones masculinas españolas acabaron empeorando sus mejores registros previos de esta temporada. En cuanto a las chicas, la situación no cambia demasiado ya que solo Jessica Vall en los 200 braza consiguió mejorar su registro personal. Del resto tan solo la propia Jessica en los 100 braza y Melani Costa en los 400 libres supieron mejorar sus registros del año, mientras que las diez actuaciones restantes acabaron por encima de sus registros de la temporada. Resumiendo, solo el 8,69% de las actuaciones de los nuestros se han convertido en sus mejores actuaciones de siempre. Fácil es la reflexión sobre la relación de mejora de marcas y logros obtenidos en Kazán, con Jessica Vall como paradigma de lo que debería ser y no ha sido en el 90% de los casos.
Dadas las cifras, llega quizás el momento para que cada uno califique este cuento kazaniano, un cuento que para la natación española se ha convertido en pesadilla. Si acaso puede que sea atinado dar algunas pistas que ayuden a reflexionar sobre lo que ha pasado en las tierras tártaras de Kazán, donde las opciones de conseguir algo -no mucho- solo algo, iban decayendo lánguidamente día tras día, siendo finalmente evidente y pese a honrosas excepciones que en nuestro cuento no ha habido muchas perdices que comer.
Con nuestra princesa, reina y hada madrina lesionada en casa, el resto de la corte no ha podido dar a nuestra natación lo que necesita, y es que de aquellos lodos del Open de Primavera han llegado estos fangos del Mundial de Verano. Porque cuando las fechas se ponen de espaldas a la realidad de nuestra emigrante natación, cuando las excepciones concedidas casi superan la regla general de las mínimas, cuando los nadadores huelen debilidad en las autoridades que dan pasaportes para los Campeonatos y llega el relajamiento de la exigencia que tan buenos resultados había dado a nuestra natación en los últimos años, cuando Sierra Nevada o Font Romeu ya no son suficientes y la altura mexicana se hace necesaria para sustituirlas, el resultado probablemente tiene que ser el que ha sido.
Con un Open anodino en cuanto a marcas y un Mundial donde de nuevo nos hemos instalado en varios casos en los puestos trigésimo y algo de cincuenta y tantos participantes, donde las semifinales han sido una casi una excepción y las finales una quimera, cuando vuelve el «soniquete-excusa» de que por la mañana es muy difícil que salgan las marcas, o el otro manido de que lo importante es lo mucho que se ha aprendido, el resultado probablemente tiene que ser el que ha sido.
Venimos de ver cómo nuestra natación femenina, tanto en el Mundial de Barcelona como en el Europeo de Berlín, se consolidaba como la primera potencia europea, de contar trece presencias en las finales de Barcelona solamente para nuestras chicas, y con casi el 80% de las participaciones de nuestras nadadoras saldándose al menos con presencia en las semifinales, cuando reinábamos en la natación, cuando los mejores registros personales se sucedían, cuando….
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