Natalia Rodríguez: «Tengo la sensación de haber corrido siempre, que correr es algo que ha adornado siempre cada minuto de mi vida»
Entrevista realizada por Ángel Vázquez extraída del número 2 de la Revista Pódium 1896
En el mundo ficticio y subjetivo de las deudas históricas del deporte, la que el atletismo internacional contrajo con Natalia Rodríguez en el Mundial de Berlín, allá por agosto de 2009, es de envergadura manifiesta. Cinco años después, unos Juegos Olímpicos de por medio y algunas medallas más tarde, Natalia sigue en sus trece, convencida que el duro camino elegido debe acercarla de nuevo a lo más alto del medio fondo – sí, he dicho medio fondo- mundial.
Lo intentará, además, tras unos Juegos de Londres y un Mundial de Moscú en los que la tarraconense pasó de puntillas pero, sobre todo, tras tres años de lesiones continuas que no le han permitido llegar al momento óptimo en el lugar deseado.
Lejos de aquellos que aman divagar sobre el futuro a medio plazo, la ex – discípula de Miguel Escalona que desde hace un escaso mes está bajo las órdenes de Serrano, dibuja en su horizonte de prioridades el Mundial de Kazan 2015 y los Juegos Olímpicos de Río 2016, reto éste al que Natalia asegura poder llegar en su mejor momento y por el que luchará hasta la extenuación
2014 no ha sido un buen año para Natalia Rodríguez. De escasa participación en Meetings y galas atléticas, la actual récord de España en los 1500m con esos 3:59:51 (Rieti, 2005) se ha visto obligada a obviar su intención inicial de acudir al Europeo de Zúrich debido a una lesión que la ha tenido apartada de las pistas durante buena parte de la temporada y que le ha retrasado en exceso la preparación para la cita helvética.
Con la vista puesta ya en el 2015 y bajo las órdenes de Serrano, Natalia Rodríguez recibe a Pódium 1896 en su habitual y principal lugar de trabajo, las Pistas de Atletismo de Campclar en Tarragona, la bella y anciana Tarraco, otrora capital del Mundo.
NATALIA : ¿Arrepentirme de algo en mi carrera deportiva? …pues seguramente, sabiendo lo que sé ahora, en el Mundial de Berlín no hubiera hecho lo que hice. No tenía necesidad de cambiar de ritmo en aquel momento, podría haber vencido esperando a la última recta, atacando antes, un poco después…estaba tan fuerte y me encontraba tan bien que simplemente, en aquel momento, intenté aprovechar el hueco que había para poder pasar; y así lo hice.
George Gandy, el entonces entrenador de Lisa Dobriskey –finalmente plata en esa carrera tras tu descalificación- y que fuera entrenador del gran Sebastian Coe, admitió que maniobraste correctamente.
Sí, recuerdo que me lo comentaron en su día. Es de agradecer, desde luego, pero es que es así. La maniobra no fue para nada ilegal lo que pasa es que la reacción del público fue inmediata y yo creo que eso condicionó la decisión. Mi última recta en el estadio fue algo más propio de una película de terror, creo que nunca he deseado tanto que se acabara una carrera. Además, por si fuera poco, mi acción de no celebrar la victoria e interesarme por Burka se tomó como una disculpa condenatoria. ¿Qué vamos a hacer?
¿Qué sentías?
Impotencia, mucha impotencia y una dosis letal de injusticia. Recuerdo que Nuria Fernández quería que diera la vuelta de honor con la bandera y no paraba de recordarme que yo era la campeona; yo lo que quería era desaparecer, que nadie me dijera nada, perderme…es que estaba muy fuerte, Ángel, podía haber hecho cualquier otra cosa y, con total seguridad, me hubiera traído el oro a Tarragona sin tanta historia.
¿Se supera?
Sí, claro, pero tampoco es fácil, necesitas tu tiempo. En el Europeo de Barcelona 2010, donde finalmente logré el bronce, hice un cambio de ritmo excesivamente pronto que muy posiblemente me perjudicó, y sin duda se debió a residuos psicológicos de lo ocurrido en Berlín el año anterior.
Bronce en el Europeo de Barcelona 2010, bronce en el Mundial de Daegu 2011 y llega Londres 2012, tus cuartos Juegos tras debutar en Sydney 2000. Lo haces tras un año en blanco, un año sin competir debido a tus lesiones pero con la moral por las nubes pero con muchas dudas en cuanto a tu rendimiento en carrera.
La temporada fue realmente extraña. En el mes de marzo decido dimitir de mi cargo en el Ayuntamiento de Tarragona porque me era imposible compaginar mis labores municipales con una idónea preparación de cara a los Juegos, entrenamiento que vuelvo a tomar al 100% en el mes de abril tras mi total recuperación de la lesión que me tuvo apartada varios meses de las pistas.
Las sensaciones son buenas y los tiempos también, por eso sigue en mente la presencia en los Juegos. Con Miguel teníamos planeada mi participación en el Meeting de París pero unas molestias de última hora nos hizo rediseñar el calendario pre-olímpico; no íbamos a arriesgarnos a una lesión en Francia que pudiera perjudicar la presencia en Londres, por lo que la decisión final pasaba por acudir a los Juegos sin haber competido con anterioridad.
¿Y?
Bueno, a priori todo bien. Como te comentaba me encontraba a tope y las marcas realizadas me permitían ser muy optimista. Sin embargo, algo no funcionó, el componente psicológico jugó en mi contra y me sorprendió.
Pero si los tiempos te salían…
Entiendo que la cabeza no la tenía al 100% y que el hecho de no haber competido durante todo el año me impidió ser partícipe de ese plus de confianza que da el acabar carreras codeándose con las líderes del momento. Ese pequeño desfase y el goteo continuo durante las semanas previas en los medios de comunicación sobre si podría o no…creo que acabó por asfixiarme. Por mucho que físicamente estuviera bien, en el momento que me superó la primera atleta me vine abajo, no estaba preparada y las dudas terminaron por hundirme.
¿Superado?
Eran mis cuartos Juegos Olímpicos y el sueño de una medalla se desvaneció en poco más de cuatro minutos; pero es mi trabajo y hay que reponerse y superarse continuamente para volver a intentarlo, y aquí estoy, preparada para otro reto olímpico en Río.
¿Hieren las críticas?
Nadie es ajeno a ese dolor, sobre todo si vienen de tu entorno.
¿Se fue duro con Natalia Rodríguez tras Londres?
No estuve a la altura de lo que se esperaba de mí, tan siquiera de lo que yo misma esperaba, eso es así y hay que ser consecuente con ello. A mi alrededor se habían creado unas expectativas, que yo mismo apoyé cuando manifesté que iba a por el oro, que finalmente no resultaron. Sin embargo, me dolió más algún comentario tras lo ocurrido en Berlín que lo oído tras Londres.
¿De qué tipo?
Bueno, escuchar por boca de alguien cercano a ti que “esa maniobra en España sólo es realizable por Marta Domínguez”… Me parece ridículo y de mal gusto, la verdad; pero bueno, años vinieron que medallas trajeron.
¿Quién dijo eso?
Se dice el pecado pero no el pecador.
Tienes 34 años y en Río estarás en 36. Tus 3:59.51 están ya a más de nueve años ¿crees que puedes volver a estar ahí en tu actual distancia o, como otros demandan, lo intentarás en los 5000?
El debate del 5000 fue un debate breve y ya pasado. Es cierto que con Miguel se planteó en un momento determinado la opción al cambio pero yo estoy convencida que aún me queda mucho que dar en el 1500, que puedo estar en lo más alto y que ese récord, tarde o temprano, puede caer. A pesar de ello, los tiempos son consecuencia de las carreras, de la competición, que es lo que más interesa, por lo menos a mí. No me obsesiona batir el récord de España, me motiva el Mundial de Pekín y me motivan los Juegos de Río y si los pasos para llegar ahí pasan por batir el récord de España, bienvenido sea.
¿Nos olvidamos pues del 5000?
No digo que no lo pruebe, pero no ahora ni para Río. Igual después de Río…a ver cómo evoluciona todo.
25 años con Escalona y, de repente, rompéis vuestra relación deportiva y pasas a entrenar con Antonio Serrano. ¿todo bien?
Sí, sí, por supuesto. Es, sencillamente, que tras tantos años entrenando juntos necesitaba un cambio, es todo. Con Miguel guardo una magnífica relación y todo lo que soy a nivel deportivo se lo debo a él, sin duda, pero creo que ha llegado el momento de buscar otras cosas, de dar un pequeño giro a mi carrera, aire fresco, no más.
Natalia, ¿Por qué corres?
Porque me gusta, porque me encuentro a mí misma cuando corro y eso me hace feliz. Me da la sensación de que he corrido siempre, que el correr es algo que ha adornado siempre cada minuto de mi vida.
Muchas veces, cuando las obligaciones te llevan a situaciones donde, de una manera u otra, estás alejada de la posibilidad de correr, me imagino a la mañana siguiente calzándome mis zapatillas y saliendo a correr. Eso es lo que añoro cuando no puedo hacerlo, por lo que me temo que es lo que me gusta.
¿Cuándo te has sentido más feliz corriendo?
Me gusta cuando salgo a correr y te cruzas con gente que te reconoce y te anima a seguir, me es muy motivador, y más aún en épocas como ésta en la que las cosas no han acabado de salir como quería. Puede parecer ridículo pero es muy reconfortante, la verdad.
¿Y en una competición?
En Edmonton 2001, en el Mundial. Fue algo increíble. Era mi primer mundial absoluto y como novata acabé en la sexta posición final en una carrera que disfruté de principio a fin. Recuerdo que llegué a meta y me encontraba súper feliz, como en una nube; aún tengo en la memoria la imagen de mi entrenador en la grada dando saltos de. Fue algo realmente precioso e inolvidable.
Catorce años después, ¿confirmas que la experiencia es un grado?
Sin duda. En las primeras competiciones sales a todo, todo momento te parece el definitivo y crucial para el desenlace. Los años te enseñan mucho en ese aspecto y calibras mejor la realidad de lo que está pasando en la carrera.
¿Qué es lo que menos te gusta del atletismo?
Las trampas. ..y entrenar en invierno (risas) se hace muy duro. ¡Con lo bonito que es competir y lo difícil y duro que es entrenar!
Pues no eres una atleta que aparezca en muchos carteles, ¿no? No te prodigas mucho.
Sí, es verdad. Ha sido siempre una política de actuación por la que apostamos en un momento dado y me ha dado buenos resultados. Planteamos un objetivo para la temporada y el resto de competiciones son para ir tomando contacto con la pista, con las sensaciones y las rivales, todo para llegar en el punto óptimo de preparación a ese objetivo.
Hablabas de trampas y al hacerlo te referías a…
Dopaje. Eso de ganar medallas años después no es lo mismo, cuesta asimilar (risas)
Hace no mucho escuchaba una antigua pero fantástica entrevista al gran Mariano Haro donde él creía que el problema del dopaje podía tener rápida solución: a la primera y de por vida. ¿Qué te parece?
Pues no me parece mal, la verdad. Hay gente que ha estado en multitud de “fregaos” y sigue ahí. Es realmente inconcebible que pueda pasar esto. Es una verdadera lacra y una injusticia. Igual sería una buena cosa.
¿Qué tiene de romántico el atletismo?
Decía Reyes Estévez que “correr es un deporte de pobres”; pues igual ése es el toque romántico de un deporte que todo el mundo puede practicar, un deporte accesible a todos los bolsillos y en el que dos piernas y un corazón luchan contra otras dos piernas y otro corazón, y casi siempre decide la cabeza.
Todos los deportistas olímpicos con los que he hablado recuerdan de forma muy especial la ceremonia de inauguración. Tú has estado, desde Sydney 2000, en cuatro Juegos. ¿Qué me dices al respecto?
Pues que lamentablemente no he podido disfrutar de ninguna de ellas. El atletismo empieza su andadura en el programa de Juegos hacia la segunda mitad y en todas las ocasiones que me ha tocado vivirlos nunca he logrado estar ese primer día en el estadio.
De todas formas, los Juegos tienen en sí mismos algo trascendental que los hace diferentes, especiales. Los Juegos son el todo y la emoción y las sensaciones se palpan a cada palmo de tartán, en la villa, entre la gente, con los deportistas…
¿Algún recuerdo en especial?
Muchos, pero quizás aquellos de mis primeros Juegos que compartí especialmente con María Vasco y Encarna Granados; bellos tiempos.
Natalia, ¿a quién dedicas la medalla en Río?
Uff, eso es ir muy allá
Soñemos, ¿a quién?
Bueno, pues ya puestos, a mi familia, sin duda, pero también a todos aquellos que, poco o mucho, me han ayudado en cada paso de mi carrera.
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