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NATALIA RODRIGUEZ: CARRERA EN LA CUMBRE (Atletismo)
Enviado por Ángel Vázquez en 14 diciembre, 2011 – 6:56Sin comentarios
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(Francesc Joan)
Natalia Rodríguez recogerá hoy el premio como mejor atleta del año, premio «José Luis Alonso» que se otorga cada año al mejor atleta -hombre o mujer- del atletismo español y en el que participan, con derecho a voto, más de 100 representantes del atletismo español entre jueces, clubes, entrenadores…. La mediofondista vive un excelente momento, aunque durante toda su trayectoria ha sufrido duros golpes de los que siempre se ha levantado.
«Caerme y recuperarme, caerme y recuperarme. Mirando todas las fotos, desde que empecé a hasta ahora, me doy cuenta de lo que ha sido mi trayectoria». A Natalia Rodríguez (Tarragona, 1979), le brillan los ojos mientras ojea el álbum de su infancia. «Buff –resopla-, mis inicios fueron realmente duros. En mis primeras carreras me superaban casi todas mis rivales; enseguida me di cuenta de que aquello no iba a ser fácil, y de hecho tardé un par de años en empezar a subir a los podios», asegura mientras sostiene entre sus manos una copia de la imagen más antigua que conserva practicando atletismo. «Ésta es en el cross de Vila-seca, en 1985, yo tenía seis años», recuerda. Trenzas al viento, un look que luciría años después, se la ve con el uniforme del colegio Els Àngels de Torreforta, su escuela. Había sido semanas antes cuando sus padres, Enrique y Juani, que competían esporádicamente en algunas pruebas populares, la inscribieron en la primera de sus carreras durante las fiestas del vecino barrio de La Granja. Aquel día sólo aguantó 100 metros . El flato pudo con ella. Le obligó a detenerse y a abandonar. Pero fue premiada con el trofeo a la más joven participante. El primero de los centenares que acumula desde entonces.
Galería de trofeos
Las vitrinas de su casa aguardan ya otro, el que recibirá hoy en Madrid como mejor atleta español del año (Hombre o mujer), uno de los más significativos de su trayectoria por cuanto nunca hasta ahora lo había conseguido. Se lo ganó gracias a su medalla de bronce en el Mundial al aire libre de Daegu, donde fue la única española en subir al podio.
Desde aquellos primeros crosses al lado de casa y hasta su último metal en la lejana Corea , Natalia se ha transformado en una espléndida atleta en los 1.500 metros . Le avalan sus once títulos de España absolutos (ocho al aire libre y tres indoor), su récord nacional de la distancia (3.59.51 minutos, de 2005, cuando fue la primera española en bajar de los cuatro minutos) y además de su bronce mundialista, otro tercer puesto en el Europeo de Barcelona’2010, así como dos subcampeonatos indoor en el Mundial de Doha’2010 y el Europeo de Turín’2009; sin olvidar sus tres Juegos Olímpicos.
Éxitos que saltan a la vista, todos ellos, aunque Natalia admite que «siempre han llegado después de sufrir algún golpe duro del que he tenido que recuperarme». En sus fantásticas dos últimas temporadas hay un par de ejemplos significativos: el bronce de Daegu llegó tras el mazazo que supuso «mi descalificación en el Mundial de Berlín’2009», donde los jueces le arrebataron el oro que había ganado en carrera; y la plata de Turín’2009 -su primer gran resultado internacional- «llegó tras fallar en los Juegos de Pekín’2008», donde tuvo que conformarse con ser sexta.
También en la infancia
También con anterioridad padeció casos similares: «En el año 2000 bajé seis segundos mi marca (pasó de 4.10.65 a 4.04.24), pero en cambio luego quedé eliminada en primera ronda en los Juegos Olímpicos de Sydney». Y en su infancia le sucedió lo mismo. «Aquí fui subcampeona de Catalunya de cross», suscribe señalando una foto de 1993, «pero un año antes, en mi primer Campeonato de Catalunya, como alevín de primer año, fui ….¡25ª! Lo pasé muy mal».
Y no puede resistirse cuando observa otra de sus instantáneas más emotivas. «Ésta otra es de 1994, en Asturias. Era mi primer Campeonato de España de cross. A los 200 metros me pisaron y se me salió la zapatilla; seguí corriendo con el calcetín, pero acabé descalza porque con el barro se me salió. Acabé la decimoquinta. Pero al año siguiente, en cambio, en Cáceres, me proclamé campeona». Ése espíritu de superación ha marcado siempre a la discípula de Miguel Escalona y la ha llevado hasta la cumbre.
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